HABRÁ QUE PENSARSE SI IR A LOS BAZARES CHINOS

 
29.01.09 – Ideal.es

JESÚS BOBO RUIZ
 PROFESOR DE DERECHO ADMINISTRATIVO. UNIVERSIDAD DE GRANADA
 
EL día 21 de enero, en el canal de noticias Fox News, pudimos ver y oír unas cuantas bromas, más o menos jocosas, contra el casi ya confirmado Secretario del Tesoro norteamericano, Tim Geithner. Se planteaban si era un ‘tipo de fiar’, al parecer su formidable memoria flaqueó un poco al hacer su IRPF.
No lo sé, no le conozco ni parece que vaya a tener la oportunidad de hacerlo. Pero, como todos, puedo ‘leerle’. Y he de decir, que sus últimas declaraciones así, como la editorial del China Daily, del pasado miércoles 21, me han ratificado en las opiniones que pude expresar en una de las gratas charlas que disfruto con algunos amigos de la Izquierda Unida real. Y sobre todo, sin ser ni obamista ni arribista, me ha traído cierta esperanza.
Cenando con ellos hace ya un par de semanas, en el casco viejo de una de nuestras ciudades, hablábamos de la deuda que nos estrecha, nos estrangula, y de cómo el sistema está fallando. Éste que les escribe, que es más liberal que otra cosa, coincidía con ellos en lo importante de los valores como configurantes del bienestar. Desde ambos lados llegábamos pues, a un punto común: estamos endeudados por falta de valores. Un argumento continuo según se aprecia desde ambos lados, como bien reconocería un matemático.
Bien, pero plantee, demos otro paso más: ¿A quien debemos? Pues al igual que si alguien llega a su casa oliendo a perfume y borracho espera que le pregunten que de dónde viene, es lógico que si en vez de alegre se presenta endeudado, gimoteando que debe varios miles de euros, aguarde que le cuestionen: ¿cuándo has de devolverlos?; y ¿a quién? Para luego recibir una seria recriminación: ¿cómo has llegado a esta situación?
Principalmente a los japoneses, chinos, rusos y países del golfo. Esencialmente los norteamericanos a los chinos (superados sólo por los nipones). Esto es así porque el comunismo chino, o el capitalismo chino – dirigido- ha optado por varias vías: acumular una formidable cantidad de reservas en dólares; hacer un uso de los tipos de interés con fines de cambio; y por último comprar deuda norteamericana para presionar sobre el dólar -moneda en la que se compra la deuda norteamericana como es lógico-, y hacer que el yuan esté devaluado frente a tanta demanda de la moneda americana, permitiendo de este modo, exportar a precios imposibles para los productores occidentales. De este modo cuando compramos unos zapatos chinos nos sorprendemos del precio, pero lo cierto es que tal ganga no es sólo por el régimen laboral de nuestro colega oriental, ni porque la materia prima sea más fácil de obtener allí. Es en muy buena medida porque tienen artificialmente el yuan a precios muy bajos, el yuan renminbi, literalmente: ‘moneda del pueblo chino’ no está en su valor de mercado (de mercado honesto, digo).
Aquí es donde entran los muchachos de Obama, el aún – al día de escribir estas líneas- no confirmado Secretario del Tesoro de los EE UU, acusa a China de no ser leal en su política de cambios (Véase Financial Times, 22 de enero). Esto sí que es fuente de esperanza, las catedrales, digo, las Verdades. Así pues, ¿cuál ha sido el arma china? ¿y la razón de su actuar?, empecemos por esta última, la razón: exportar más, a cambio de dólares futuros (es decir ha estado y está, vendiendo zapatos del siguiente modo: por cada uno cobra un dólar presente y un dólar futuro, total dos, pues no es otra cosa la deuda pública norteamericana, o indirectamente las reservas y los tipos a que me referí. En definitiva no sólo hacen subir el dólar sino que además nos lo prestan para que les compremos zapatos). El arma, conocer nuestra debilidad: la falta de valores en Occidente. Todos empeñados y los más listos por el camino más rápido: especulando (la velocidad de pérdida es vertiginosa cuando yerras operando apalancado, ¡qué tiempos aquéllos en que preocupaba el coeficiente de leverage!; ‘entrada en pérdida’ que diría un piloto).
Así las cosas, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Quién nos metió en el magnífico bazar chino? Clinton. Fue la Administración demócrata de Clinton la que abrió la puerta a China para entrar al mercado internacional, para ratificarse pocos meses después de la salida del demócrata, ya en sede de la OMC. Ante esto no hay absolutamente nada que objetar, al contrario, antes agradecer. Ya les dije que más bien soy un liberal, y creo en las tesis de David Ricardo, y no en las del ministro Sebastián. Pero debieron tomarse medidas que aseguraran la lealtad en la política de cambios. Sobre todo conociendo la debilidad consumista del capitalismo. Ese descuido sí que es una difícil herencia, y las medidas están pendientes de tomarse.
Pues bien, ha sido otro demócrata, uno de sus muchachos, Geithner para ser exactos, quien ha puesto los murmullos de los mercados encima de la mesa, y lo ha hecho diciendo expresamente que hablaba en nombre de su jefe: ‘President Obama( ) believes ‘ que China manipula su moneda. Éstas, sus primeras declaraciones ya casi en su nuevo sillón, hechas con más arrojo que su predecesor Hank Paulson, a mí me han tranquilizado pues centran uno de los grandes temas: la herencia china.
Dicho esto, identificado el día del secuestro de Occidente (fecha de la entrada de China en la OMC, 11 de diciembre de 2001), y hallados en el bazar chino (atrapados entre la ganga y el préstamo chino), ¿Qué podemos hacer? Una cosa ya se ha empezado: emitir moneda (no, no me refiero a las inyecciones de dinero público existente, sino a imprimir nuevos billetes, como al parecer ya está haciendo EE UU). El secuestrador sabía que esto le podía pasar, que le entregaran billetes calentitos. Así pagaremos el rescate, haciendo bajar el dólar frente al yuan, con billetes cada vez más huecos (que también nos harán más pobres a nosotros, pero bien mirado ¿No debemos terminar de pagar esa magnífica televisión de plasma? Una de dos, o entregamos billetes de los buenos que ya no nos quedan, o aguantaremos que nos desinflen el valor de los que tenemos. No se puede tener la televisión ultraplana y el mismo valor real del dinero en el bolsillo). Medida difícil y peligrosa cuando todos la hagamos, como explica Velarde Fuertes (ABC, 26 de enero). Pero ¿qué más cabe?: negarse a recibir tantos productos chinos si ellos no respetan honestamente las reglas del libre mercado, o al menos, hacer algunos ajustes comerciales. Esto último es lo que acaba de avisar Mr. Geithner.
Les dije que quien les escribe es más bien un liberal. Cierto, pero liberal en todos los mercados, en el de divisas también. China debió y debe respetar las reglas de las que se ha beneficiado en su gran bazar, acatándolas también en los mercados monetarios y de deuda. Y nosotros, si hubiésemos defendido los valores occidentales del humanismo cristiano: el respeto al individuo y a su esfuerzo; y la virtud de la pobreza, o seamos más flexibles, la virtud de no vivir por encima de lo que uno puede pagar en tres vidas, no habríamos sido arrastrados para nuestra vergüenza y desesperación.
Ha sido tanto nuestro lujo, y tan poco respeto por las reglas del mercado, que como avisó el día 21 Strauss-Khan en la BBC, llevamos ya varios meses al borde del colapso financiero o si prefieren gravitatorio. Hasta el Daily China, oficialista, se plantea una necesaria revalorización del yuan, aunque desde luego, China niega ser el causante de la causa del mal causado. En este contexto, más les valiera a nuestros sindicatos ir para allá a movilizar a los compañeros que nos están estrangulando, mientras que a nosotros nos incumbe gritarle al Gobierno: ¡Basta ya de tratar de salir del tema moviendo los billetes de un bolsillo a otro! Si debemos a los de fuera por mucho paseo que le demos a la cartera por los bolsillos del abrigo y de la chaqueta poca deuda devolveremos. Hay que sacar a nuestros muchachos al mercado internacional. Menos cursillos entre nosotros, menos arreglar jardines, y más salir fuera a conocer mercados, adivinar necesidades y traer remesas; y gastar aquí sólo en lo que permita reducir la demanda de productos exteriores, principalmente la energética.
No es pues, el liberalismo; es el liberalismo mal entendido por el capitalismo exacerbado sin respeto a los valores que nos dejaron nuestros mayores: trabajo, ahorro, y austeridad, y la falta de respeto a sus reglas por una economía comunista dirigida. Todo regado con un Gobierno cateto – dicho con el mayor de los respetos y la más grande desilusión-, experto en pasear billetes y organizar cursillos para que nos los demos unos a los otros (cuando se dan), como esos orientadores profesionales para enseñarnos a buscar empleo del RD Ley 2/2008. Se nos ha quedado un pH muy bajo en el acid test, el famoso test de distancia a la quiebra. Nadie piense, en fin, que olvido la otra causa principal del colapso: nos hemos timado los unos a los otros fingiendo la solidez de las garantías de nuestros préstamos. Pero sobre esto ya se ha escrito mucho, y alguna circular del Banco de España, como la 3/2008, ha puesto ya un cierto – y sacrificado- orden.
¡Ah! Me dirán, no ha contestado Vd. a la tercera pregunta de la mujer del lloroso deudor. ¿Cuándo has de devolver la deuda? Ayer bonita, ayer. Esos señores tan elegantes que están llamando a la puerta no van a ninguna boda.

2 Comentarios

  1. Buenos días Tomás, te prometo que lo he leído todo desde el titulo hasta la ultima palabra, incluida fecha…jajaja….veo que esa cena de la que hablas dio para mucho…Yo también me considero liberal, pero creo que tirando más a la derecha que tú…jajaja, veras yo aparte de trabajar soy también ama de casa y mamá… te daré el consejo que les doy a mis hijos…a mis hijos cuando les doy la paga semanal, siempre les recuerdo que tienen que ahorrar la mitad y gastar la otra mitad… nunca deben gastar más de lo que ganan…quizás sea una tontería pero a nosotros nos funciona. Un beso y bonito día.

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